jueves, 3 de mayo de 2018

Calambur noctívago



Un lenguaje de escalofríos. Delicada escritura de dedos nómadas cuyos manuscritos no conservan palabras sino temblores allí donde el lector lee. Una grafía de labios que inscribe en la piel oscilaciones del cuerpo que solo el cuerpo decodifica y comprende. Haz de significados cuyos signos varían y se inventan cada día, a cada momento. Una lengua de estremecimientos. La del susurro de las manos al caligrafiar sensaciones en el papel de los sentidos. La del trazo del pincel de las caricias que recorre el país del recóndito silencio. La de los acentos petrarquistas cuando inspiran las sílabas de un gemido.