viernes, 26 de mayo de 2017

Becqueriana / 110


Vestida de oscuro, despliega las grandes telas oscuras que arrastra y las extiende sobre las cosas bajo la vigilancia atenta de un farol blanco que luce desde el extremo del báculo en el que se apoya. La noche. Un pliegue de negrura cae sobre la ventana del cuarto y reparte la penumbra por los rincones. Las caricias dibujan paisajes en la espalda y los besos trazan lunares de color sobre la piel. Son imágenes que se salvan de lo sombrío. Las manos, arroyo montaña abajo; los labios, colina arriba. Como si alguien levantara el extremo de la tela al bies.